sábado, 9 de agosto de 2008

¿Es posible hablar de una pedagogía interpretativa?

Comprender hermenéuticamente en pedagogía implica descubrir que los sujetos “no son entidades abstractas ni aisladas, sino situadas en un horizontes histórico y sociocultural que define su existencia y el sentido de cada uno, sus intereses, sus hechos y sus esperanzas”. (Flórez, 2001, Pag. 172)
La hermenéutica no interpreta cosas ni datos ni objetos aislados, no es un espectador desinteresado despojado de prejuicios, intereses y expectativas, no puede reducir la comprensión de la realidad como reflejo de las relaciones de producción, de los intereses particulares de las clases sociales o dejarse determinar por los intereses rectores del conocimiento, y no descifra el significado de palabras o frases, sino que rompe con la clausura del universo lingüístico y nos dispone a interpretar el texto en una escala superior, como integrante de una realidad más amplia y de mayor complejidad que en su contexto, que es el horizonte histórico cultural que lo acompaña y hace posible su sentido. Así, al no conducir al relativismo ni al escepticismo, la interpretación hermenéutica comprende claramente la labor pedagógica ya que busca y necesita confirmarse no en el laboratorio experimental sino en la confrontación experiencial y en el desenlace argumentativo, con lo que se logra coherencia interna, consistencia contextual y consenso (Flórez, 2001) .
Una pedagogía interpretativa debe involucrarse en los complejos procesos de la sociedad actual, o dicho de otro modo en el ecosistema comunicativo. “Es esencial vincular aquellos lenguajes y saberes que circulan por muy diversos dispositivos mediales, pero densa e inextricablemente interconectados. La educación no puede estar de espaldas al mundo del trabajo, de los nuevos saberes que la producción moviliza, de las nuevas figuras que recomponen aceleradamente el campo y el mercado de las profesiones. Sería suicida que la escuela alfabetice para una sociedad cuyas modalidades productivas están desapareciendo. Asimismo, la construcción de ciudadanos significa una educación capaz de enseñar a leer ciudadanamente el mundo, es decir capaz de crear en los jóvenes una mentalidad cuestionadora y desajustadora, crítica de la inercia en que la gente vive, y desajustadora del acomodamiento en la riqueza de la resignación en la pobreza. Una educación que renueve la cultura política para que la sociedad no busque salvadores, sino socialidades para convivir, concertar, respetar las reglas del juego ciudadano desde las del tráfico hasta las del pago de impuestos. Y en tercer lugar, la educación debe desarrollar sujetos autónomos. Pues frente a una sociedad cuya tendencia a homogenizar permea incluso los procesos en que el mercado se hace caro de la diferencia: Proporcionalidad entre sujeto autónomo y ser ciudadano” (Martín-Barbero, 1998, Pag. 17-18)
Los sujetos se definen por sus relaciones entre sí a través de las diversas socialidades que estos ejercen en el aula, el recreo y los espacios públicos, donde existen los conflictos, el diálogo y/o el silencio. Estas relaciones ligadas a objetos concretos como los medios de comunicación y tecnologías llevan a pensar igualmente en Tecnicidades que generan diversos discursos que cotidianamente crean ritualidades ligadas a las diversas institucionalidades que nos rodean.
En esta relación con los sujetos y las mediaciones que estos generan, es indispensable iniciar por procesos de reconocimiento de la percepción del mundo, de lo audiovisual y de lo virtual, creando reflexiones sobre miradas como las del lo lúdico, el entretenimiento, el consumo y lo estético. “En pocas palabras no llegar a acercamientos prejuiciados donde se determine lo que el otro ver, no ver o entender, sino comprender el sentido de las diversas percepciones que los diversos actores sociales de la comunidad académica tienen”(Cuervo, 2002, Pag. 31).La hermenéutica y la mirada de la comunicación-cultura-política lo tanto, nos llevan a una propuesta que ligada a las comprensión de los textos y contextos que circulan entre las diversas mediaciones, lógicas de producción, competencias de recepción, matrices culturales y formatos industriales, plantea a la pedagogía una pregunta por los ser, sus historicidad, sus contexto, sus mediaciones y sus lenguajes

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